Reportajes
Aventura y humor
Trial extremo, o mejor, a fondo
Especialista: Nacho Manzanero
Submarinista: Javier Peñacoba
Fotos: Alberto Curieses
Texto: Horacio San Martín

De izquierda a derecha: Yoyi, Nacho, Javi, Mario y Alberto detrás de la cámara 

Aviso: Reportaje no recomendado para todos los públicos.

   En esta ocasión os traemos un reportaje sobre trial extremo, la nueva modalidad de trial que hará furor próximamente y que mezcla algunos deportes, como submarinismo, gimnasia, natación, levantamiento de pesas, fútbol, puenting, tiro al blanco, escalada, treking y, por supuesto, el trial. Pero antes conviene recordar que este reportaje no está recomendado para todos los públicos porque algunas de las imágenes pueden resultar ofensivas…

   Para ello contamos con la ayuda del mayor (y único) especialista en esta espectacular especialidad: Nacho Manzanero, alias "Campanolo” o “Volteretor”. Tiene unas cualidades innatas, es decir, es muy bestia. Podemos verle en la foto preparado para la ocasión.

   Para empezar tenemos que coger nuestra querida moto de trial y equiparnos como de costumbre, excepto si estamos en invierno, en cuyo caso más vale ponernos un traje de neopreno de esos que se usan para hacer submarinismo.

 

   Nos dirigimos a un lugar especialmente adecuado para ello, un pequeño barranquillo a las orillas de un río. Nacho, especialista en volteretas de campana invertidas, (de ahí sus alias) se dispone a dar el primer paso.

   Primero hay que calentar haciendo trial, y una vez te sientes con fuerzas y ves que te subes por las paredes, tienes que  subir un buen tranco. Una vez arriba, sin parar en ningún momento, llega el momento de la voltereta. Nuestro experto se dispone a realizar su especialidad, consiste en intentar bajar de la piedra (tiene que ser un cortado, cuanto más alto, mejor) pero de una manera muy especial que requiere su técnica. Hay que hacer resbalar la rueda trasera, de manera que ni tirando con todas las fuerzas del manillar seamos capaces de evitar que la placa cubrecárter se hinque en la piedra (cuanto más alta más espectacular).

   A continuación ha de caer la moto "en picado" y chocar la rueda delantera contra el suelo, al tiempo que la rueda trasera se eleva hasta colocar la moto en posición completamente vertical. 

Entrenamiento previo, es muy importante para calentarse, observesé el barranquillo del fondo... 

   Ahora viene lo más difícil, la parte de gimnasia: el piloto tiene que saltar de las estriberas, realizar el salto del potro sobre el manillar y caer de pie en el suelo, firme a ser posible. Pero al tiempo tienes que haber controlado la moto de tal manera que su movimiento sea completamente circular: la rueda trasera debe pasar por encima a la delantera, sin inclinar la moto lateralmente. Después la moto debe quedar completamente invertida, como cuando arreglamos las ruedas a la bici.

   Pero ahora llega otra parte complicada, la moto debe llevar tanta fuerza que tienda a “querer” dar otra vueltecita más, esta segunda vuelta se permite que sea lateral.

   Aquí nuestro amigo Nacho le da su “toque especial”, pues hace que el acelerador esté al máximo, logrando el bonito efecto de que cuando la rueda trasera vuelva a tocar el suelo, haga un caballito y vuelva a salir disparada. Aquí hay que conseguir cuantas más volteretas mejor (esta vez da igual que sean laterales, verticales o un triple invertido). Otro toque especial de Volteretor es que se haga sobre piedra, no sobre tierra o hierba, pues así el efecto sonoro hará más impresionante aún el espectáculo.

La flecha roja señada la impecable trayectoria seguida por la moto, ¡¡¡CHOOOOFFF!!!

 

   Antes de todo, el piloto también tiene que haber orientado la moto hacia el barranquillo. Nuestro amigo Nacho quiere poner la cosa más chunga todavía, integrando algo de fútbol, por lo que se propuso que la moto entrase justamente entre los dos únicos árboles que estaban al borde del barranquillo, justo cuando deja de ser una empinada pendiente y se convierte en un bonito precipicio de unos 6 metros de altura. Y lo consiguió, gooooooooool. Impresionante señoreeees.

   Ahora es cuando llega el puenting, pero por supuesto, sin cuerdas. La moto desaparece de la vista y se precipita al vacío, haciéndose silencio durante algunos segundos. Pronto se oye ¡CHOOOFFFF!

Mmmmmmm, Javi, sal ya ¿no?

   "No puede ser verdad, esto a mi no me está pasando, es un sueño". - Dice Nacho. Se nota que está alucinado, por fin ha conseguido la parte más difícil de su mayor acrobacia, ha logrado cumplir su difícil sueño.

   Corremos hacia el borde del barranco y ya sólo se ven las burbujas de aire que suben a la superficie. Genial, ha conseguido la parte más arriesgada, la de tiro al blanco. ¿Por qué? Pues porque hay que conseguir que la moto caiga en el centro de la única charca que hay en el río, pues es el único sitio en el que la profundidad es superior a los dos metros, y porque de caer un par de metros desviada se hubiese estampado de lleno contra las piedras de la orilla, con el consiguiente estropicio para la moto. El blanco no era muy grande, unos 5 metros cuadrados.

   Ahora llega el turno a la escalada, hay que bajar hasta la poza por los laterales del precipicio. En esta ocasión se une a Nacho todo su equipo, compuesto de Javi (el buceador profesional), Alberto (el fotógrafo) y yo (el de todo un poco). Antes del descenso yo he tenido que ir a mi casa para coger unas cuantas cuerdas de rescate (las cinchas del remolque son perfectas).

   La natación es lo que viene ahora, al menos dos personas se tienen que desempelotar, con lo que podemos comprobar los gustos en cuestión de ropa interior de algunos miembros del equipo, por supuesto le tocó a Nacho y a Javi, este último experimentado buceador y navegante, que recorrió el caribe durante 7 meses hace unos 5 años, (parece cachondeo pero es verdad).

   Hay que encontrar la moto, toca ahora el submarinismo. Nacho bucea pero es incapaz de encontrarla: - "Joder, no la encuentro, no llego al fondo, está muy abajo".     Pero como contamos con Javi este se sumerge durante bastantes  segundos, de manera que llega a mosquear al resto del equipo. Por fin sale.

Vaya, no aparece...
Andá, creo que ha picado algo


-          ¿La has encontrado?

-          No, no veo nada, está todo muy oscuro.

-          Pues date prisa porque pronto anochecerá. – Fantástico, hay que dar más emoción aún.

  

   Tras sumergirse varias veces más por fin la encuentra. – "Ya la tengo, está a unos tres metros de profundidad." - Ahora hay que atar una cuerda para hacer de guía y bajar hacia ella, en fin, submarinismo puro. La guía se engancha al manillar y a continuación las cinchas a donde se pueda. Como estas no dan la longitud suficiente hay que unirlas de dos en dos.

   Una vez atadas a la moto hay que tirar, la leche, que poco pesa una moto dentro del agua… La moto sale a la superficie. ¡A vuelto, está viva! Nacho muestra una tremenda alegría de volver a verla, no puede contener la emoción y le da un morreo en pleno faro, que bonito, ha sido el momento más emotivo.

El momento culminante, el morreo de Campanolo a su amada
También puede apreciarse el "deslumbrante" moreno de Javi

   Con la moto en la superficie lo más complicado es sacarla a flote por varios motivos: primero porque no se puede rozar contra las piedras de la orilla, no sea que se arañe, segundo porque los dos del agua tienen que mantener la moto a flote, y quitarse de la orilla para que no les pase la moto por encima. Tercero porque cuando se apartan de la orilla, no hacen pie en el "charquito", y mantener la moto a flote pasa a ser más complicado. Cuarto porque no hay buena postura para los que estamos tirando desde fuera, y quinto porque la motito fuera del agua pesa un “guevo”, con lo cual es parecido al levantamiento de pesas. La moto lleva más de una hora sumergida.

   Cuando tras varios minutos la moto está fuera, lo lógico es mirar los desperfectos, que dependerán de la pericia del piloto en dar en el blanco. La moto está perfecta, sólo un pequeño golpe en la petaca del escape, y encima limpita.

Javi, quita el cabezón de ahí, leche Como pesa la jodía

¡OOOO, esto es un verdadero anuncio de michelin, que guarrada! ¡Y además todo desparramado por el suelo! ¡Atención, los gayumbos de Javi, son rojos, preciosos, y lleva las botas puestas a juego! ¡no se las ha quitado en ningún momento! Que Pofesssional
Mirad la cara de Nacho, ¡es el mismísimo diablo!

 

   Como nuestro amigo Nacho es bestia de nacimiento, quiere arrancarla y salir rodando, pero le consigo convencer para que no lo haga, una sesión de pesas, escalada y treking no vendría mal. Así que atamos la moto y entre cuatro bigardos nos ponemos a tirar de ella piedras arriba, laderas arriba… todo arriba leche. 

- “Cagüen, no podíamos estar en un terreno más lisito, leches." – Antes de empezar a tirar de la moto hay que avanzar a pie para trazar una ruta lo más sencilla posible sin tener que dar la vuelta. La cosa está complicada, pues hay muchos sitios que son infranqueables. Tras prácticamente escalar con la moto (¿qué las motos de trial son ligeras? y una mierda, entre cuatro no podíamos con ella) encontramos una ruta algo más sencilla, podamos algunos arbustos y en marcha (ya que estamos también practicamos jardinería, ¿no?).

   Tras casi una hora de tirar, descansar, hacer fotos y mucho cachondeo, es prácticamente de noche. Llegamos a un camino, Volteretor se queda con su moto y el resto volvemos a buscar las nuestras, en diez minutos nos reunimos y remolcamos la Sherco, esta vez sin problemas, al estilo trialero, moto remolcadora en marcha y pierna estirada apoyando en la estribera de la moto parada.  

   Por fin llegamos a casa. Damos la vuelta a la moto, desmontamos depósito (lleno de agua y pececitos), bujía, filtro, carburador, petaca. Ponemos la moto con las ruedas hacia arriba (esta vez en parado) y nos liamos a dar a la palanca de arranque una y otra vez. El agua no cesa de salir por el hueco de la bujía. Montamos todo de nuevo, le damos la vuelta y… ¡arranca a la primera patada! Bueno, hay que reconocer que las trialeras están fabricadas a prueba de submarinistas. Ahora deberíamos sacar el aceite del cárter y cambiarlo, pero Nacho tiene prisa, son las doce de la noche y se quiere ir a cenar a casa (vive a unos cinco kilómetros). Total que arranca, pone las luces ¡funcionan! y se va por la carretera con Javi... "no comments".

   Por supuesto al día siguiente el retén de la bomba de agua reventó, pero si hubiésemos cambiado el aceite, la moto habría estado como si nada.

   Bueno, esto a sido todo, como veis se trata de una nueva modalidad trialera, realmente completa y de paso  una prueba “a fondo” para motos de trial. ¿Algún voluntario para que probemos su moto?

   Aclaraciones, la historia real: Tenemos que aclarar varias cosas respecto a este reportaje, todos los hechos narrados y fotografías son completamente reales, aunque contados en plan de cachondeo. Nos encontrábamos haciendo unas fotos (normales) cuando sucedió todo, por lo que Alberto cogió la cámara y salieron estas bonitas imágenes, había que aprovecharlas y contar lo sucedido, y si lo hacíamos en plan divertido pero contando la verdad, quedaría más simpatico. Así, hay que dejar claro que todos los hechos, movimientos de la moto narrados, etc, son completamente reales, salvo la foto en la que sale Campanolo con traje de buzo (el traje es un montaje fotográfico) y la del esquema en el que se muestra desde donde cayó la moto (también es una foto montada). Hacemos esta aclaración pues muchos lectores pensaban que todo era mentira o que lo hicimos a propósito. Repito fue un hecho casual y completamente real.

 Aviso: No intente imitar esta experiencia, ha sido realizada por especialistas