Becerril de la Sierra
10 de noviembre, 2002
1ª de 3
Madrid
 
Vallés, Cirera, Estrada y Cañellas vencedores

Texto: Horacio San Martín
Fotos: Laura Corredera


   Interesante comienzo en Madrid

El paddock era el parking del polideportivo municipal

   La Copa de España de este año 2002 se presenta mejor que nunca y es que el campeonato ha dado un gran paso adelante que ha incrementado su interés y su prestigio mucho más de lo que se preveía en un principio. Esto ha sido gracias a la decisión de realizar tres pruebas puntuables en distintos puntos de la geografía española en lugar de realizarla a una sola prueba única. Así en Madrid, Barcelona y Valencia se decidirán este año los distintos vencedores de un campeonato que hará rememorar el pasado, cuando las Bultaco, Montesa, Ossa, Fantic, Merlin y tantas otras daban variedad y colorido a los triales y cuando las zonas eran fiel reflejo del "equilibrio dinámico" sin los impresionantes escalones o maniobras casi de circo del trial actual.

   La primera prueba de la novedosa Copa de España de Trial Clásico tenía lugar en la madrileña localidad de Becerril de la Sierra, el II Trial Memorial Fernando Juárez, en memoria del tristemente desaparecido encargado de lo que antes era la tienda Soto-Bike, ahora convertida en motoclub. Precisamente la prueba estaba organizada por el Motoclub Sotobike, de reciente creación pero con gran interés por el trial clásico que junto a la Federación Madrileña preparaban un trial con bastantes fallos, a pesar de sus buenas intenciones, probablemente fruto de la falta de experiencia, aunque siempre el balance positivo es el aprendizaje para futuras ocasiones.

   El sistema de categorías se establecía como en las temporadas anteriores a imagen de la Copa Catalana de Trial de Clásicas, el campeonato de mayor éxito y nivel organizativo de los que se celebran en España, tres niveles de dificultad y cuatro categorías: Pre-72, Trialeros (ambos con los pasos de nivel amarillo), Expertos (pasos azules) y Master (pasos rojos).

La tarde del sábado se disputaba un trial de la Copa de Madrid...

   En Becerril de la Sierra el ambiente era inigualable ya desde la tarde del sábado, ya que se aprovechaba para realizar la última prueba del Campeonato de Madrid de Clásicas y de Alevines y Juveniles, y que se convertía en la prueba más vistosa y también difícil del año en cuanto a clásicas en la zona centro se refiere. Esto es así porque muchos de los pilotos de fuera de la Comunidad de Madrid aprovechaban para apuntarse en la misma y tener así una buena toma de contacto y entrenamiento con el terreno de esta localidad serrana, por lo que las zonas estaban más llenas que nunca con 32 participantes, pero sobre esto ya trataremos en el reportaje correspondiente.

   La tarde del sábado había sido fría y un fortísimo viento hizo pensar que a la mañana siguiente la climatología no sería nada agradable, pero sin embargo fue al contrario, el domingo amanecía soleado e incluso caluroso, lo que propició la llegada de numerosos aficionados que disfrutaron del paso de las bonitas clásicas por las complicadas zonas. El amplísimo paddock estaba montado en el parking del Polideportivo municipal, aunque costaba bastante encontrarlo ya que casi no había indicaciones y los participantes se perdían por el pueblo. El ambiente mejoraba cada vez más con la llegada de los pilotos llegados desde Cataluña, Valencia y Madrid que lucían sus impecables motos: Montesa, Bultaco, Ossa, Merlín, Fantic, Honda, Yamaha, BSA, Triumph, e incluso la Francis Barnett de Mick Wilkinson que Jaume Casadesús había tomado prestada del mito escocés.

   Tras las verificaciones administrativas y técnicas todas las motos se reunían en el parque cerrado, más de las esperadas pues ni siquiera cabían y a las 10 de la mañana comenzaba el trial con la salida de los primeros participantes, empezando por Pre-72 y siguiendo por Trialeros, Expertos y Master. Ocho zonas a realizar en tres vueltas con un tiempo límite de 4 horas componían un bonito recorrido de unos 6 kilómetros que se iniciaba desde prácticamente el centro de la población.

Y muchos pilotos no madrileños aprovecharon la ocasión para participar, un buen entreno para el día siguiente

   Las ocho zonas estaban trazadas sobre la típica piedra de granito de la zona, pero el marcaje de las mismas se había revelado bastante desafortunado. Las zonas parecían marcadas para motos modernas, y no para clásicas, con zonas de piedras angulosas y trazadas ratoneras entre piedras de punta donde las motos no cabían y rozaban peligrosamente, rompiendo palancas de cambio, rallando horquillas, chasis, o incluso rompiendo tapas de cárter. Alguna zona de tipo cantera sobre grandes piedras sueltas un tanto peligrosas sobre las que había casi volar al más puro estilo "moto moderna". En fin, algo peligrosas ya que un fiasco podía suponer una caída contra las abundantes y afiladas piedras de algunas zonas.

   Como podéis deducir, el marcaje de las zonas no fue muy indicado para este tipo de triales, en el que las motos son grandes protagonistas y hay que tener en cuenta su conservación ante todo. Pero también hay que tener en cuenta el nivel de los participantes de este campeonato para aficionados en el que se viene a disfrutar, no es que las zonas fuesen excesivamente difíciles, pero desde luego tampoco eran ideales para clásicas, en especial las número 5, 6 y 8. En los niveles superiores, Master y Expert es donde hubo mayores problemas, tal y como se refleja en las elevadas puntuaciones de los participantes, siendo en Pre-72 y en Trialeros algo más adecuado. Es cierto que el terreno de Becerril es muy pedregoso, pero perfectamente se podían haber marcado zonas más bonitas y adecuadas.

El domingo amanecía soleado y sin viento

   La cosa empezaba complicada para todas las categorías, con una primera zona que tenía una difícil subida resbaladiza en la que los varios, los fiascos y las caídas eran lo habitual, el paso azul era más complicado pues la subida finalizaba sobre una roca a modo de escalón y en nivel rojo ya había un primer paso estrecho y ratonero entre piedras.

   A parte de la dificultad de la zona, que bajaba los ánimos de algunos participantes, hubo también problemas con la control, pues era tan estricta que sobrepasaba lo marcado en el reglamento. Desde luego ser estricto para todos por igual no es reprochable en el criterio de un juez de zona, pero sí lo es penalizar fiascos que ni siquiera existen en el texto del reglamento de trial. Así cuando un piloto rozaba levemente una flecha, que además no estaba bien fijada pues giraba loca en su alojamiento, la control marcaba automáticamente un fiasco ante la incredulidad y el enfado de los pilotos y público presentes. El reglamento de trial en su apartado 051.9.2 dentro del punto "d", definición de fiasco, sub-apartado 4 dice así: "El piloto o la motocicleta rompe, mueve de sitio o tira una señalización..." y en su apartado 051.10.2 indica "rompe, levanta o tumba" por lo que es evidente que el leve roce a una señalización de puerta de zona no es un fiasco según el reglamento. A parte de este caso también hubo algunas otras "irregularidades" con los jueces de zona, pues algunos no penalizaban el bucle y otros no se entendían con su pica, dándose en ocasiones casos como que un control marcaba un 5 y el chavalito que estaba picando la tarjeta ponía un cero ante la sorpresa y alegría del piloto. Por supuesto no hay que generalizar, y la mayoría de los controles hicieron su trabajo perfectamente aunque, eso sí, demasiado rígidos con las paradas y movimientos para lo que es habitual en un trial de clásicas, lo cual no dejaba de chocar a muchos participantes.

Las zonas no parecían muy adecuadas para clásicas

   Tras la primera zona las cosas tampoco pintaban demasiado bien, pues la zona dos se revelaba como "más difícil todavía" especialmente en las categorías superiores, donde todos los participantes hicieron fiasco sin excepción. Era una zona de río, realmente bonita y también muy clásica, eso sí, pero que resbalaba como el hielo y era incluso difícil examinarla a pie. Con el paso de los pilotos el verdín existente se fue eliminando y las cosas mejoraron, pero de nuevo las caídas y los fiascos fueron cosa corriente. Para la segunda vuelta se tuvo que modificar el trazado en Expertos y en Master, y gracias a ello algunos pilotos lograban pasar con varios.

   La tercera y cuarta zonas eran totalmente secas, con la presencia de algunas subidas, casi escalones, de piedra combinadas con fuertes giros bastante técnicos, mucho más acertadas y adecuadas que las dos anteriores. Pero en la quinta y sexta zonas es donde se dieron las mayores críticas por parte de los pilotos. Su trazado no estaba mal, y combinaban la piedra con alguna subida y bajada de tierra, pero el error fue hacer que parte de las mismas discurriesen por pedregales de piedra suelta con afiladas aristas. En la segunda de ellas, los Pre-72 y Trialeros tenían que afrontar una peligrosa bajada en la que el cárter se podía quedar encajado, y así hubo alguna caída aparatosa con magulladuras para pilotos y abolladuras para las motos más veteranas y valiosas. Los Master y Expert tenían que pasar entre dos piedras por las que la moto prácticamente no cabía, obligando a los pilotos a intentar volar la moto como si se tratase de una moto moderna o a quedarse encajados entre las piedras con las consiguientes rozaduras o incluso roturas de cárters o palancas de freno o cambio.

La zona 2 era bonita pero complicada, sobretodo en Master y Expert

   La zona séptima estaba bien planteada, con subidas y bajadas a grandes rocas y giros técnicos pero la belleza de la zona se echaba por tierra en un nuevo paso ratonero entre piedras en el que las motos no cabían y se quedaban encajadas, por lo que el varios era constante y la plasticidad y belleza del paso de la zona que podía haber hecho disfrutar a los espectadores se echaba de nuevo a perder. Como podéis imaginar el cabreo de algunos era considerable. Ya sólo quedaba la última zona, muy técnica y en la que de nuevo la piedra suelta, como si hubiese descargado un camión volquete formaba parte del inicio y del final de la misma, haciéndola peligrosa para máquinas y pilotos y también poco apta para un trial clásico. Los Master empezaban con un fortísimo escalón que ya sería realmente complicado para una moderna trialera del 2003, algunos sorprendían al pasar con gran dignidad mientras otros caían en un inevitable fiasco.

   Así se sucedían tres vueltas que debían completarse en las cuatro horas de tiempo establecido, ante numeroso público que disfrutaba del espectáculo pero que se quedaba un poco decepcionado y cansado al ver casi una sucesión de varios sin excepción en algunas zonas. Algunos pilotos se llevaban una sorpresa final cuando al ver las clasificaciones aparecían con penalizaciones de tiempo, cuando en sus cronómetros les habían sobrado bastantes minutos para completar el recorrido...

   Pero vayamos a ver como fueron las cosas en las distintas categorías:

   Continúa